Pro Human Biolaw

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¿Qué es el Bioderecho?

La ciencia ha experimentado, desde finales del siglo XX, un avance a nivel biotecnológico de proporciones inimaginables pocos años atrás. El objeto principal de la investigación científica ha sido el ser humano, la vida humana en todas sus facetas temporales, y se han alcanzado tales niveles de intervención en la entidad constitutiva de la persona y en la tecnificación del entorno humano, que la repercusión que ello ha tenido a nivel social probablemente no es comparable a ninguna otra de las conquistas científicas.

Genética, medicina y nuevas tecnologías (fundamentalmente las de carácter computacional) han revolucionado la realidad humana tal y como la conocíamos hasta ahora. Se han traspasado las fronteras de laboratorios y centros de investigación tecnológicos hasta penetrar en la vida cotidiana de la persona e interrogar al conjunto de la sociedad. El asombro ante las expectativas abiertas, las dudas éticas ocasionadas o la sensación de que se precisa de una cierta intervención jurídica garante de la dignidad humana, es un hecho que se percibe a nivel global.

La magnitud de los hechos plantea serios dilemas sobre el futuro de la existencia humana, la vida en dignidad y el legado a las generaciones futuras. Se hace imprescindible una reflexión profunda de corte académico, legislativo y social. Es necesario preguntarse si, frente al creciente poder de intervención de la ciencia en la vida humana, todo lo que es técnicamente posible es éticamente aceptable y, si lo es, dentro de qué límites jurídicos.

El origen de la vida, el concepto de muerte, la capacidad de tomar racionalmente decisiones difíciles, el valor del principio de autonomía personal, los descubrimientos de la ingeniería genética, los avances en materia de salud, la inteligencia artificial y las aplicaciones de la neurociencia, las nuevas fronteras del derecho a la intimidad, los límites al control informatizado, la influencia de la tecnología en los ecosistemas, el respeto a la identidad cultural y multicultural, el cuidado del medio ambiente o el papel del Estado en una política de carácter respetuoso con las exigencias de sus ciudadanos, son buenos ejemplos que ilustran la trascendencia de los nuevos retos del milenio y que, en definitiva, han propiciado la eclosión del Bioderecho como disciplina y el crecimiento que, en las dos últimas décadas, ha experimentado la relación entre biología, tecnología, medicina, ética y derecho.

La Bioética fue la primera disciplina que puso en evidencia la necesidad de reflexionar sobre la incertidumbre ética de las perspectivas abiertas. Pero la Bioética no ha sido capaz de encontrar puntos de encuentro genéricos y comúnmente aceptados desde todas las instancias sociales. Esto es así porque existen diferentes planteamientos bioéticos. Bioéticas distintas, cada una de ellas sustentada en principios éticos y morales diversos; principios que, al ser vertidos sobre supuestos idénticos, han dado lugar a conclusiones abiertamente divergentes.

Todo ello ha puesto de relieve la necesidad de buscar otra instancia, otra ciencia capaz de objetivar sus razonamientos y sus soluciones con independencia de los diferentes postulados éticos (o bioéticos) existentes. Una ciencia capaz de dar una respuesta jurídica a los problemas bioéticos desde la óptica de la racionalidad y la ética social, pero tratando de evitar postulados positivistas rígidos y excesivamente juridificados. La idea es, en definitiva, aunar investigaciones bioéticas, científicas y jurídicas en el ámbito prioritario de la salud. Combinar las tres ciencias con el propósito de elaborar concretas propuestas de actuación jurídico-social que permitan al investigador aportar nuevas vías de actuación fundadas en los valores éticos aportados por las distintas bioéticas, los avances de la ciencia y la vigencia normativa del derecho.

Y así surge el Bioderecho, partiendo de una concepción aglutinante de esfuerzos, entendiendo que, en el ámbito de las ciencias de la vida es preciso crear un derecho basado en una ética de mínimos, fundamentado por la ciencia y alejado de consideraciones económicas, políticas y de poder. Bioderecho como nueva forma de afrontar la búsqueda de solución a los conflictos que plantea la era moderna desde planteamientos éticos, con el aval de la ciencia y bajo el marco de en un derecho cercano a la sociedad cuyo referente radique en el imperativo sustentado por los Derechos Humanos. Esto es lo que entendemos que es la eclosión de una nueva ciencia, la ciencia del Bioderecho. Una ciencia en la que el trabajo entre especialistas, profesionales y estudiosos de diferentes ciencias se combina, se enriquece con la visión que aporta cada una y con la que, indefectiblemente, se llega a soluciones más cercanas a la realidad de las cosas y, por supuesto, más justas para las personas.

Sólo a través del trabajo compartido y honesto es posible encontrar soluciones razonables, justas y asumibles por el conjunto de la sociedad. Soluciones que han de abordarse con carácter progresivo, arrancando de logros que pueden parecer, en principio, de escasa entidad pero que, con la fortaleza que proporciona el acuerdo en los fundamentos, han de convertirse, irremisiblemente, en  el origen de futuras metas de mayor dimensión. Derecho, ética y ciencia como una sola cosa; cada una con sus principios específicos; con sus métodos propios de análisis; pero con una nueva metodología y pautas de resolución propias al combinar todos los saberes.

Esa es la realidad de un Bioderecho que nace del método interdisciplinar y del trabajo en equipo. Un Bioderecho con vocación de progresiva expansión hacia otros ámbitos del conjunto existencial en el que se unen naturaleza y ser humano. Son las ciencias de la vida en sentido omnicomprensivo, que tanto se ocupan de la salud como de las nuevas tecnologías, de la ética medioambiental como de la biotecnología aplicada, de los derechos humanos como de la biodiversidad, de la ética en la investigación como del desarrollo sostenible. El ámbito es de notable entidad, los retos innumerables, pero el objetivo final es merecedor del esfuerzo: una sociedad más justa, el rescate de la dignidad del ser humano, la opción por la sostenibilidad, la defensa de la solidaridad social y jurídica, la eliminación de los conflictos entre ética y tecnología y la creación de un derecho preocupado por las personas.

Quienes apostamos por el Bioderecho, como ciencia interdisciplinar, nos hemos propuesto asumir la parte de responsabilidad que nos concierne en la búsqueda de nuevas formas de enfrentarnos a los retos del mundo moderno. Y en esto trabajamos juntos juristas, filósofos, eticistas, biólogos, profesionales de la salud… y cuantos otros expertos de áreas implicadas puedan aportar sus reflexiones y sus criterios para la mejora de nuestro entorno de convivencia y realización en dignidad. En la actualidad, la interconexión e interdependencia entre las ciencias es cada vez más evidente y las soluciones justas y respetuosas con la identidad (humana, natural y medioambiental) de nuestro entorno exigen del concurso de un nuevo estilo de trabajo. Ante una controversia que afecta a un tema de salud; ante un problema relacionado con las nuevas tecnologías, la privacidad o la intimidad; ante una cuestión medioambiental; o ante un problema de dignidad, no sólo interviene la ciencia y sus conocimientos avanzados; también interviene la ética, que se interroga por los límites y las realidades transcendentes comprometidas en la decisión a tomar; y también lo hace el derecho estableciendo los cauces de convivencia necesarios, las garantías de los derechos reconocidos, los deberes asignados y el mínimo común denominador mediante el que derecho, ética y ciencia convergen en la construcción de una solución justa.

En definitiva, el Bioderecho es una ciencia que tiene, como eje argumental de todas sus reflexiones, la sensibilidad hacia el ser humano. Es una ciencia que, desde la objetividad de sus planteamientos y resultados, no puede dejar de mirar a quienes son sus destinatarios; y en ellos los que se trasluce es dignidad, realización personal, derecho a vivir (y a morir) en conciencia y a ser respetados socialmente en su autonomía en cuanto este respeto se formula con reciprocidad. Lo que está en juego es la dignidad de la persona, la justicia, la protección de la salud y de la propia vida, la solidaridad, la ética de nuestra titubeante sociedad y, en definitiva, una parte importante del futuro de la propia humanidad.

José Ramón Salcedo Hernández
Coordinador e Investigador Principal del Proyecto